PALACIO DE MONTEMUZO

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Paso a la altura de la calle Santiago y entonces los recuerdos tienen otro sabor. Es una calle muy pequeña en la que sólo hay restaurantes y un centro municipal, el Palacio de Montemuzo. En ese palacio he estado muchas veces. Siento una particular querencia por él. En la planta superior, por encima de su patio de columnas, se encuentra el Archivo Hemeroteca. He pasado muchas horas revisando periódicos viejos. Me gusta hacerlo pasando las hojas de los grandes tomos encuadernados, pero eso cada vez resulta más difícil. Ahora lo habitual es que te ofrezcan la consulta en microfilm o en microficha, y no es igual. Cuando tengo en mis manos un ejemplar de El Saldubense de 1861, el que cuenta la llegada del primer ferrocarril, noto que ese periódico estuvo en las manos de alguien del siglo XIX. Mis dedos se apoyan sobre sus huellas. Casi puedo sentir la emoción con que leyó las noticias de aquel día. Y lo mismo pasa cuando manejo periódicos de la Guerra Civil o de la Transición. Estoy en contacto con quienes lo vivieron, una emoción que se pierde por completo con la frialdad de la película de microfilm, un sistema rápido y práctico pero sin alma.