GALERÍAS PRECIADOS

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No volví a verlos juntos hasta dos años después y fue por casualidad, por culpa de las rebajas. Hasta enton¬ces, ni ellos ni yo habíamos hecho ningún esfuerzo por encontrarnos. Pero ese día, Cruz, la sobrina de Juan, se empeñó en que la acompañara a Galerías Preciados: quería comprar un regalo para uno de sus hijos que cum¬plía años unos días después. Nunca me han gustado los grandes almacenes y menos en rebajas, me agobia que haya tanta gente. Así que dejé a Cruz decidiéndose y salí a esperarla afuera, a la puerta del antiguo cine Coliseo. Los vi enseguida: cruzaban el semáforo que hay frente al pasaje Palafox a paso cansino, como si arrastraran un gran peso, cada uno a lo suyo;