FÁBRICA DE TEJIDOS E HILADOS PINA Y MARÍN

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En aquel tiempo, Mercedes trabajaba en la fábrica de telas de Pina, que estaba cerca del canal. Salía cada mañana de su casa con sus hermanas Cristina y Lola. Tenían un buen paseo hasta la zona de Cuéllar donde estaba la fábrica desde su casa, en pleno Tubo, en la calle de la Libertad, esa calle que ahora está llena de bares y que entonces tenía alguna que otra tasca. Las mañanas olían a orina en las estrechas callejas, y las tres jóvenes se tapaban la nariz con la punta de sus mantones. En invierno llegaban ateridas a la fábrica. Allí se quitaban el mantón y empezaban su labor, entre tintes, lanas, sedas y algodones. El jefe era siempre muy amable con las tres hermanas. Cuando mi abuela cumplió los sesenta y cinco años y solicitó la pensión por el tiempo que había trabajado duramente en la fábrica de Pina, se enteró de que su amable jefe no había cotizado por ella; por sus dos hermanas sí. Como donde caben dos caben tres, las tres habían trabajado, pero a efectos legales solo dos lo habían hecho. Las tres tenían los mismos apellidos, y al amo, como lo llamaba mi abuela, le fue muy fácil engañar a Hacienda. Y mi abuela se quedó sin pensión.