Juan Soldevila Romero (Fuentelapeña, Zamora, 1843 – Zaragzoa, 1923) había sido nombrado Cardenal de Zaragoza en 1919. Además de ejercer sus tardeas eclesiásticas, Soldevila era Senador. Eran muy conocidas sus propuestas de políticas antisindicales y que perjudicaban claramente a los obreros en favor de la clase alta.
El día que lo asesinaron, el Cardenal Soldevila iba, como cada día, a comer a la escuela-asilo que él mismo había fundado y que regentaban las Hermanas de la Orden de San Vicente de Paúl. La escuela se asentaba en la finca conocida como «El Terminillo», situada en la carretera de Valencia «a cinco kilómetros de la ciudad», como recogía la prensa al informar de su muerte. Se rumoreaba en la ciudad que en esas visitas diarias el Cardenal no sólo iba a comer, sino que «visitaba» también a una monja (que, por cierto, fue la heredera de los bienes de Soldevila y que colgó sus hábitos poco después).
La tarde del 4 de junio de 1923, cuando el coche reducía la velocidad para entrar en la finca, dos pistoleros dispararon contra el cardenal, que murió en el acto, y dejaron heridos al chofer, Santiago Castanera Gascón, y a un mayordomo que era además su sobrino, Luis Latre Jorro. Los pistoleros pertenecían —junto con Durruti y otros— al grupo anarquista «Los solidarios», que con esta acción respondían al asesinato tres meses antes de Salvador Seguí, El Noi del Sucre.
Los pistoleros escaparon corriendo campo a través, pero en su huida perdieron una pistola y una moneda de un duro, que fueron encontrados por el jardinero de la finca. Cuando en el juicio, celebrado en abril de 1925, el fiscal le preguntó qué hizo con el duro, el jardinero respondió que se compró unas alpargatas, provocando la risa de los asistentes. La Audiencia condenó a Torres Escartín a cadena perpetua. Ascaso fue declarado en rebeldía, tras haberse fugado de la cárcel de Predicadores unas semanas antes del juicio.
Así dio la prensa nacional la noticia del asesinato:
(Las imágenes proceden de la hemeroteca Diginal de la BNE. Haz click para verlas más grandes)
El Cardenal Soldevila fue enterrado el 9 de junio de 1923 en la Basílica del Pilar.
Pío Baroja contó así el asesinato en «El cabo de las tormentas» (1932):
«El cardenal-arzobispo de Zaragoza era un reaccionario de influencia. La ejercía no sólo en su sede sino en Barcelona y recomendaba a las autoridades de allí medidas fuertes y duras contra los obreros y los agitadores. Los anarquistas sabían que el arzobispo conferenciaba en Reus con los jefes de la Patronal de Barcelona y daba consejos para atacar a la organización sindicalista obrera. La banda marchó a Zaragoza; se entendieron los directores con una vieja anarquista catalana que vivía allí hacía algún tiempo, la ciudadana Teresa, y entre todos prepararon una emboscada y mataron al arzobispo una tarde que iba a una posesión suya llamada «El Terminillo». El arzobispo fue muerto en el auto cuando entraba en su finca, donde había establecido una escuela dirigida por monjas. Los anarquistas le hicieron veinte disparos. El arzobispo cayó muerto y quedaron heridos sus familiares y el chofer.»