ESTACIÓN DE UTRILLAS
C/  Miguel Servet, 140-154

POSTALES COLOREADAS
Ana Alcolea
Editorial Contraseña, 2017

CITA

Páginas 184-185

La familia vivía en Zaragoza desde 1911, cuando a Juan lo nombraron por fin jefe de una estación principal. Después de varios años en pequeños pueblos de la provincia de Teruel, de cuya existencia Agustina no tenía idea alguna, lo mandaron a Zaragoza a dirigir la recién inaugurada estación del ferrocarril de Utrillas, un tren que hacía el recorrido desde las minas de carbón de dicha localidad del Bajo Aragón hasta Zaragoza. Aquella era una de las obras más importantes de la ingeniería española de comienzos de siglo. Se había inaugurado en 1904 y obedecía a las ideas regeneracionistas de aquellos años. Mi bisabuelo y su familia llegaron a Zaragoza pocos días antes de la muerte de Joaquín Costa, El León de Graus, del que Juan había leído todos sus escritos. Estos le habían influido mucho y de ellos había sacado algunas de las ideas que defendía con ardor para escándalo de sus compañeros de tertulia. Uno de los que más le gustaban era Oligarquía y caciquismo. Cuando lo leyó, pensó que eso es lo que había sido su padre, un oligarca y un cacique. Mi abuela se acordaba del entierro de Costa, al que se había dado sepultura extramuros del cementerio católico de Torrero porque era un librepensador. Años después se erigió un monumento al que me gustaba subir de pequeña el día de Todos los Santos, cuando íbamos a ponerles flores al abuelo y a una amiga de mi madre que se llamaba Angelines y que había muerto de tuberculosis a finales de los años cuarenta.

Páginas 188-189

El ferrocarril de Utrillas vivió momentos de esplendor durante las dos primeras décadas del siglo XX, y muy especialmente cuando estalló la Primera Guerra Mundial. La neutralidad española le vino muy bien a la economía del país, y el tren de Utrillas fue militarizado en 1918 porque hubo un espectacular aumento del transporte de carbón, de cemento, de abonos minerales, de madera… Por aquel entonces comenzaron los años de bonanza para la familia. También empezaron a recibir las visitas de los pretendientes de las hijas casaderas; al principio, el pobre Pepe, con sus cestas de comida del pueblo, y Rodolfo, con su bigote de caballero madrileño venido a menos y convertido en revisor del tren, y más tarde Paco, mi abuelo Paco.

Del tren de Utrillas ya no queda casi nada. Hasta hace poco aún quedaba en pie el edificio de la vieja estación; ahora ha sido reconvertido en un horrendo centro comercial, y casi nadie sabe que allí hubo trenes; trenes de los de locomotora de carbón, de los que echaban humo que manchaba la ropa y carbonilla que se metía en los ojos y causaba una irritación que no se acababa de curar ni con el tiempo; trenes que tardaban mucho en llegar a cualquier sitio.

UBICACIÓN

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Estación de Utrillas 41.640691, -0.866984 Estacion de Utrillas   

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