CITA
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Aquella estatua tenía los ojos meditabundos como los de Felisa. Ella también esperaba una anunciación o una visita, un mesías que la aguardara sentado junto a la fuente y le dijera que quien bebiera de aquella fuente no tendría más sed. Pero quién le iba a decir a su bisabuelo, mientras trabajaba en los talleres Averly para bruñir aquella misma estatua casi un siglo atrás, que Felisa esperaría cada amanecida una voz que nunca más iba a sonar. Quién le hubiera dicho entonces a don Cosme Marqueríe que aquella estatua que con tanto tesón pulían sus lijas acabaría siendo la sombra de un sueño de su bisnieta.
También se iría a no mucho tardar aquella mujer de bronce que saliera de las manos del bisabuelo, sin rencor ni patria.
UBICACIÓN
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